Comenzó
a no ver desde abajo, desde su pequeñez,
sino que miraba desde arriba y la panorámica era como la que ofrecen las nubes deslumbradas por el sol que de repente
desaparece…, una y otra vez.
Ya no tiene que hacer equilibrios por el sinuoso sendero. Su caminar es seguro y firme. No sabe a dónde le lleva, pero tampoco le inquieta. No teme ni a vientos huracanados ni a tempestades. Sabe que su barca no zozobrará en aguas oscuras y turbulentas. Todo pasa frente al tiempo.
Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar…, pasar haciendo camino…, el camino y nada más… (Machado)
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