Quedé atrapara en los sedosos y casi transparentes
hilos. Mis gritos se oyeron en todo el orbe, sin percatarme de que la araña,
que esperaba zamparse el suculento banquete, solo medía medio centímetro y que
yo era la gigante en esta situación.
Pero, mi otro yo me decía que había invadido su casa y
tenía que pagar por ello”.
¿Era un sueño, o
una predicción?, porque la realidad es que el que ocupa una casa se
queda con ella. ¿De verdad es cierto lo que vivimos en la actualidad, o me
quedé atrapara e ingerida por la araña?
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