Los antiguos dividían a los insectos en “masticadores” y “chupadores” dependiendo del grado de implicación con su medio ambiente. Hacía camino sin distinguir el sonido que producen al crecer las plantas silvestres, o las cultivadas por el hombre.
Fueron
ejemplo para muchos humanos que, nadie
sabe cómo, empezaron a emular su conducta con nefastas consecuencias.
Ante
la evidencia, los bichos decidieron simular la distopía de comerse los unos a
los otros y al tiempo, no salían de su asombro al comprobar el resultado.
Por
ese gesto de simple curiosidad,
alcanzaron la utopía soñada durante lustros…Un hábitat libre de intrusos.
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