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Hipnos Museo del Prado |
Descansa
Hipnos en su palacio, inmerso en un sueño apocalíptico del que quiere salir y
no puede. Confía en que pronto vendrá el sol y terminará su pesadilla; pero
quien llega es Morfeo, que, como típico adolescente, le gasta una broma y
despierta a la ciudad antes de tiempo, con el ron, ron de la fregadora
municipal.
Ese aparato corpulento, contundente, que elimina las
manchas y desperdicios y que se lleva una cantidad ingente de virus y
bacterias, porque ingente es la cantidad de personas que transitan las calles,
día a día, a todas las horas; es conducido despacio, como regodeándose del tormentoso ruido
que produce.
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Morfeo |
—¿Qué
haces, desgraciado, no ves que vas a provocar una revuelta? ¿Que, si no
descansan, se vuelven más irascibles y aguantan peor los dislates políticos que
les sobrevienen, cada día más convulsos e incomprensibles?
—Dame
tu Amapola y haré que se duerma el conductor.
—¡Toma,
y tengamos la fiesta en paz! Pero, ¡que no sirva de precedente!

Fotos: mis archivos y Google
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