¡La fuerza de la palabra!
Con sabiduría,
mi padre sustentaba a los suyos sin permitir que las malas hierbas se comieran
sus cultivos. Combatía las plagas eficazmente
sin pesticidas venenosos. Para ello, disponía una
gran cantidad de cultivos intercalados. En paralelo. De tal manera que los
bichos de una hortaliza se comían los de la otra. Así, conseguía una huerta en
constante crecimiento; y la despensa bien surtida.
Y es que mi
padre, era muy sabio. Tanto, que incluso hablaba a las plantas, manteniendo que
éstas, agradecidas, crecían tras el sonido de sus palabras. Siempre mantuvo que
la palabra es la palanca que tiene más fuerza que ninguna otra
herramienta.
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