Mi padre, que
no era agricultor, ni siquiera jardinero era; siempre sostuvo que: «las malas hierbas se comen la plantación,
y para evitarlo no sirve cortarlas ni aplicarles suaves paliativos. Lo eficaz, si quieres que
tus plantas vivan y crezcan en armonía, y
con la premura necesaria para que se
desarrollen y formen una frondosa huerta, o un cultivo selecto, o…, es: ¡ARRANCARLAS
DE RAÍZ! Y con esa sencilla operación, liberarás a tu cultivo de indeseados
venenos y dirás: ¡ADIÓS PROBLEMAS! Ahora
todos podremos trabajar, y crecer, y comer… y vivir».
No era un gran
terrateniente mi padre, ni siquiera un
gran hortelano; era el hombre más sabio y coherente de entre todos.
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