"Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra".

James Russell Lowell (1819- 1891),

poeta y crítico estadounidense





viernes, 14 de marzo de 2014

EL ESPINO



Una mañana de primavera, abandoné ese mundo hostil y cruel en el que vivía. Me lancé por un camino llenos de espinos. Espinos floridos que le daban un aspecto singular. Sabía  guerrear con esta clase de flores, así que feliz y contenta comencé una nueva vida.
En medio del camino encontré un "Cardo Mariano" que con sus flores moradas me confundió y creyendo  poder hallar  alivio para mis  males, lo que encontré fue a un ser adusto, oscuro y cruel que emanaba el más mortífero veneno con el que te succionaba, hasta quedar atrapada entre sus espinas. No obstante, antes de rechazar a este ser tan insociable, intenté atraerlo tratándolo con todo mi amor. Así, comencé mi andadura con este "Cardo" que más que "Mariano" era "Borriquero" y casi me manda al otro mundo. Me agotó hasta tal extremo que creí haber perdido toda mi esencia, mi personalidad, todo.
 

 Hubiera muerto en el intento a no ser por la ayuda de un abejaruco que convivía en esos lares. Me apoyó hasta tal punto que gracias al cariño que me brindó sin condición alguna me salvé.  Una vez recuperada, retomé el vuelo desenganchándome de aquel maligno cardo. Quise que el abejaruco viniera conmigo, pero decidió quedarse en su hábitat. Mantuvimos buena relación pero con la mala influencia de este cardo asesino que anulaba su voluntad, dejamos de tenerla.

Esta abeja, partió a otros mundos  y encontró otros abejarucos con los que hizo amistad pero nunca olvidó al primero.    



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