Llega
la primavera con unas horas de antelación. Aunque tradicionalmente siempre ha
sido el día 21 quien le abre la puerta. Fecha en la que se celebra “El día
internacional de la marioneta”, con el que aplaudimos a los artesanos y a los
titiriteros.
Aunque
a todos nos viene a la mente la marioneta por antonomasia: “Pinocho”, oriundo
de La Toscana, ignorábamos que él siempre iba por libre, ya que el 23 de
febrero se celebra su onomástica. Un títere
viajero donde los haya, porque pasó de su tierra natal, con pompa y circunstancia
a la mismísima Praga donde fue acogido
como hijo adoptivo por su gran complicidad con
los titiriteros.
La
práctica de este entretenimiento viene de lejos. Desde la arcaica China al Antiguo Egipto, pasando por la Grecia de
Pericles donde utilizaban este tipo de
divertimento y que fue adoptado por otras culturas, en las épocas siguientes;
como la escritora francesa George quien ayudada por su hijo Maurice, creó su
propio teatro de marionetas en el castillo de Nohant, en 1846.
Emanan con el tiempo, en diferentes usos y formas, como, por ejemplo: las figuras planas empleadas en el teatro de las sombras, entre otros… Y, llegan a nuestros ilusorios días, convencidas de que van a hacernos felices con sus chanzas.
Se
requiere muchísima pericia para bailar los hilos de los títeres con los que
se parodia, informa y entretiene a todo
tipo de público, desde el infantil hasta el adulto.
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Fotos: Google
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