"Si Montejurra fuma y
Peña Isasa rasa, coge la manta y vete a casa" Es un dicho popular con el que nuestros ancestros
predecían el tiempo que iban a tener,
sin equivocación alguna.
Para llegar a la cima tenemos varias
rutas. Elegimos el ascenso desde Turruncún.
Un pueblo de unas 300 almas a principios del siglo XX y que actualmente está abandonado.
Derruido. En su crónica un detalle curioso. En 1965 todavía era un pueblo habitado, construyeron
una nueva escuela, que nunca se llegó a
utilizar. Tal vez sus ánimas se pregunten aún, el porqué de semejante
dislate.
Dejamos el coche junto a un
merendero y seguimos la pista forestal que bordea el monte hacia la cima. Como
nos resultaba un tanto aburrido, acotamos la subida monte a través, siguiendo
entre matorrales por “senderos de cabras”.
Cruzamos un cortafuego repoblado de
pinos y arbustos, que a duras penas soportaban el peso de la nieve caída la
noche anterior. Las aulagas todavía sin florecer, disfrazadas de blanco, disimulan las espinas que
al rozarlas, te dibujan la piel aun a través de la ropa de invierno. Por esta
zona es fácil encontrar buitres, búhos reales, lirones y lagartos entre otros… estaban
aletargados.
El silencio era total. Roto a veces
por rachas de viento que arrastrando bolinches de nieve –semejantes a pequeños
proyectiles- se incrustaban en la cara
sin remedio.
Al. 1475m cota 570 |
El esfuerzo mereció la pena y tuvo
su recompensa: El
silencio -interrumpido a veces por otros senderistas-, la paz, el aire puro
que respiras es de un valor incalculable.
Será un recorrido que volveremos a
hacer pero partiendo de Arnedo. Bien abrigados porque es cierto aquello de que:
“Cuando la nieve llega a Isasa, coge la manta y vete a casa”.
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