Un día primaveral por excelencia. El rio que transcurre paralelo al parque, comienzo de la vía verde, ha decrecido considerablemente. Claro, es junio, estamos a
un paso del verano. Eso quiere decir que en poco tiempo su cauce bajará seco,
debido al estío de la estación próxima y a que, el agua se queda detenida para
abastecer el balneario construido varios km. más arriba.
¿Y los patos? ¿Donde están? Los adultos, seguro
que habrán volado al estanque más cercano o hasta el pantano, pero ¿y los patos
bebés, los que entre abril y mayo salieron de sus huevos eclosionados? Qué bonito era ver a la pata madre arropando a
sus patitos, corriente abajo en un buen tramo del rio hasta conducirlos a la
orilla al abrigo de las retamas.
Cual
madre humana paseando a sus niños por el parque, para que se alimentaran de sol y
aire fresco, así se movía esta patita,
cariñosa y amante de sus retoños.
¡De repente, veo a la pata
volar en picado hacia el suelo! El paquete que llevaba en su pico, se ha
soltado y caído velozmente chocando contra el suelo. Era su último patito bebé
que llevaba junto a los otros al estanque cercano para salvarlos de la sequia.
Lloraba la patita y lloraba yo. Qué pena tan profunda
se puede sentir al perder a tu hijo de una forma tan injusta tanto por la sequia de un rio (producida por la mano del
hombre) como por la falta de asistencia sanitaria, por la misma causa. ¡La mano
incoherente del hombre!.
Muy buen relato, Feli. Muy tierno.
ResponderEliminarBesos
Gracias Mar, por tus palabras. Tu opinión significa mucho para mi.
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