"Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra".

James Russell Lowell (1819- 1891),

poeta y crítico estadounidense





martes, 22 de julio de 2014

LA MANO DEL HOMBRE



      Un día primaveral por excelencia. El rio  que  transcurre paralelo al parque, comienzo de la vía verde, ha decrecido considerablemente. Claro, es junio, estamos a un paso del verano. Eso quiere decir que en poco tiempo su cauce bajará seco, debido al estío de la estación próxima y a que, el agua se queda detenida para abastecer el balneario construido varios km.  más arriba.
       ¿Y los patos? ¿Donde están? Los adultos, seguro que habrán volado al estanque más cercano o hasta el pantano, pero ¿y los patos bebés, los que entre abril y mayo salieron de sus huevos eclosionados?  Qué bonito era ver a la pata madre arropando a sus patitos, corriente abajo en un buen tramo del rio hasta conducirlos a la orilla al abrigo de las retamas.
 

     Cual madre humana paseando a sus niños por el parque, para que se alimentaran de sol y aire fresco,  así se movía esta patita, cariñosa y amante de sus retoños.
 
 
 
      Ellos, ¡no pueden volar todavía!. ¿Como sobrevivirán a la sequia del rio?  De repente, veo a una pata (madre) volando con algo en su pico. Mi vista no alcanza a ver bien que es lo que lleva. Pero tiene que ser algo muy valioso para ella a juzgar por el modo en que se mueve. Pequeños aleteos la hacen avanzar lentamente balanceándose con sumo cuidado, esquivando todo tipo de obstáculo, hasta  el más  pequeño de los baches producidos por la ondulación del aire. La veo cómo, sin prisa pero sin pausa, va con su pico lleno, vuelve con él vacío y vuelta a empezar. Tan solo había visto a las cigüeñas y  a los pájaros transportar algo en sus picos para construir sus nidos, así que me parecía sumamente extraño ver a una pata acarrear  algo continuamente.
     ¡De repente, veo a la pata volar en picado hacia el suelo! El paquete que llevaba en su pico, se ha soltado y caído velozmente chocando contra el suelo. Era su último patito bebé que llevaba junto a los otros al estanque cercano para salvarlos de la sequia.
     Lloraba  la patita y lloraba yo. Qué pena tan profunda se puede sentir al perder a tu hijo de una forma tan injusta tanto por  la sequia de un rio (producida por la mano del hombre) como por la falta de asistencia sanitaria, por la misma causa. ¡La mano incoherente del hombre!.    
 

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