Miras, y no ves, por más que te
esfuerces, aquel BARRANCO que hasta ayer
fue entrañable de tanto convivir con él.Es en CHIVA, como en todo el catastrófico territorio, donde se levantan
cada mañana acompañados por la DESOLACIÓN. Contemplan el panorama: no saben para donde tirar, a dónde llamar,
porque aquellas puertas que confiaban abiertas, tienen “cardenillo”, o
están hinchadas de “humedad” y falta de
empatía.
Recuperan la fe en la humanidad
cuando acuden, cantando, multitud de JÓVENES con pico y pala, y hatillos con
comida. Y, cuando aparece el HELICÓPTEO,
ven abierta la puerta de la esperanza.
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